Entre las hojas en forma de abanico del ginkgo —árbol de la memoria y la eternidad—, un pequeño camaleón reposa, fundido con su entorno. El metal cobra vida en esta joya que une lo ancestral y lo mutable, la quietud de la naturaleza con la magia del cambio. Un collar que respira equilibrio y metamorfosis.
Realizado en base de latón y bañado en oro amarillo de 24 quilates.
Su medida de contorno es de 45 centímetros más 5 centímetros de alargador.
Combínalo con el resto de la Colección Botánica.
Realizado en Madrid, España, utilizando métodos totalmente artesanales.
